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Se está dando un verano lleno de fenómenos celestiales, aunque no todos positivos, como por desgracia el que traemos hoy. De los satélites que la Agencia Espacial tiene en órbita en este momento, uno de ellos, el Swarm podría haber sido gravemente dañado o incluso destruido por nuestra propia gestión de la basura espacial.
Avisado con una antelación muy inferior a la habitual, el equipo tuvo que hacer malabares para evitar un grueso de desperdicio espacial. Esta basura queda abandonada por las propias agencias cuando las máquinas se estropean y no tiene sentido su reparación o, simplemente, cuando terminan de realizar su función. A veces se disparan kilómetros y kilómetros lejos del planeta pero otras quedan orbitando mucho más cerca de la Tierra, pudiendo causar accidentes, como así ha sido.
El satélite Swarm de la ESA casi es destruido por un trozo de basura espacial
Los desechos espaciales, aunque son muy inferiores a los que tenemos sobre la superficie del planeta, a veces pueden provocar algún problema, precisamente porque no se tiene tanto control sobre ellos. Lo cierto es que los humanos los dejamos en un viaje sin camino y sin fin, más o menos cerca de nuestro propio planeta y, claro, en ocasiones ocurren inconveniencias.
En esta ocasión el susto se lo llevaron en el Swarm. Una emergente suma de un desecho espacial enorme y un aviso tres veces más tarde de lo habitual así lo propiciaron. Y aunque maniobrar con el objetivo de esquivar basura no es del todo extraño, en esta ocasión, el equipo del satélite tuvo que actuar a marchas forzadas para que el Swarm acabase lo menos dañado posible, aunque el caos en la agencia y en el satélite se dio de igual modo.
Y es que lo habitual es que la Agencia Espacial, que se encarga del rastreo de escombros y demás elementos abandonados, dé un aviso de unas 24 horas de antelación alertando sobre el acercamiento de una pieza de basura hacia una órbita.
¿Por qué tanto tiempo? En función de si el residuo orbita adecuadamente, va a la deriva o está cogiendo velocidad hacia el planeta, por ejemplo, y por su tamaño, obviamente, este puede alcanzar los 28000 km/h, es decir, la velocidad de un proyectil. Evidentemente, no es un elemento que podamos esquivar como si nada o hacer como si no existiera, especialmente si se está dirigiendo expresamente hacia nosotros.
Además de esto, si se llega a dar una colisión, la órbita del residuo cambia y este se frena, lo que hace que, por efecto de la gravedad de la Tierra, la basura acelere hacia el planeta, pudiendo provocar otro accidente.
Un resto de basura espacial puede moverse hasta a 28000 km/h, siendo muy difícil esquivarlo
Con este tiempo se puede planificar una maniobra de evasión adelantada y sin mayor consecuencia que la pérdida de unos pocos minutos. Pero en el caso de Swarn la ESA se hallaba inmersa en una misión de investigación del campo magnético y cuando pudo actuar y avisar, la previsión de colisión era de sólo 8 horas.
La ESA, a partir dela información obtenida por la Oficina de Desechos Espaciales, avisó al Swarm de la colisión con un tiempo de actuación tres veces menor al habitual
Esta planificación implica que la nueva órbita provisional que se cree no suponga un acercamiento extremo hacia otros deshechos ni tampoco, por supuesto, a satélites ni otros elementos en funcionamiento. Además, antes de ejecutar ningún plan, se debe tener claro, también, cómo se va a actuar una vez se realiza la maniobra de esquive y, por supuesto, tener claro los diversos panoramas que se pueden ir dando, desde el esquive total hasta una colisión de alto impacto (y cómo actuar en cada uno de los casos).
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Piensa en hacer todo esto, que tiene un tiempo estimado de un día, en sólo un tercio de este. Este fue el caso y, de acuerdo a la falta de tiempo, la maniobra no se pudo realizar sin que hubiese consecuencias. En el caso particular de Swarm, el plan era que este elevase su órbita tratando de evitar que aumentase la densidad atmosférica. La maniobra de evasión se calculó en 4 horas y la desviación de la órbita supuesto un día completo más.
La basura no solo es un problema en la Tierra ¡También lo es en el espacio!
En este momento todo está en orden y el satélite se encuentra operativo junto a sus tres compañeros de misión. Sin embargo, la tragedia podría haber sido total, con unos costes ingentes. Aunque en este caso todo quedó en un susto y un trabajo excepcional a la hora de sincronizarse y planificar una solución, lo cierto es que eso no implica que el ser humano no sea un desastre.
Nadie está atacando nuestro planeta; ¡somos nosotros mismos!
Si te asomas un ratito, por pequeño que sea a Internet, te das cuenta de cuánto mal estamos haciendo al mundo con nuestras propias acciones; ¡nadie nos hace nada! ¡somos nosotros mismos y nuestro egoísmo!
Imágenes de niños bañándose en ríos en los que no se ve agua, sólo basura (y cadáveres), animales atrapados e incluso deformados por ser presas de residuos, islas enteras de basura en el océano diseñadas expresamente para eso, elementos naturales de interés cultura destrozados hasta que ya sólo sirven como piedra en el camino, caza y pesca por diversión de las cales no se aprovecha nada.
Alimentos por caducar que las empresas prefieren tirar a la basura en lugar de dar a aquellos que esperan a sus puertas a que echen el cierre, destrucción de ecosistemas que impiden la reproducción tanto animal como de los entornos... Y así podría seguir. La lista de atrocidades ya no sólo en general sino que se relacionan con los residuos y su mala gestión es tan larga como la queramos estirar. Pero es que lo mencionado ocurre sólo mirando hacia los lados.
Si echamos la vista al cielo nos topamos con más de lo mismo. Desde luego, la cantidad de basura espacial no se puede comparar a la que tenemos vertida por nuestro planeta, pero, claro, tampoco es comparable la cantidad de recursos que tenemos aquí que allí arriba.
Desde Bishop Airlock se estima que un astronauta genera medio cubo de basura a la semana, o lo que es lo mismo, 625 kilogramos anuales que terminan dando vueltas por nuestra atmósfera
Sea como sea, está estudiado, y noticias como la de hoy lo demuestran, que hay demasiada basura espacial en nuestro planeta. No olvidemos, además, que, en ocasiones, llenamos un cohetito con toda ella y la lanzamos muy lejos. Es decir, la que está "pululando" alrededor de la Tierra no es la única que generamos.
Ya hay método de destrucción de desechos espaciales; se lanzan al exterior de la atmósfera y estos se queman una vez reingresan a esta
Es necesario que, igual que tenemos ciertas leyes aquí (que se cumplen ahí-ahí) los Gobiernos y compañías hagan lo propio y se proceda a planificar una gestión de la basura espacial. Lo ideal sería, por supuesto, comenzar por generar menos, reutilizando materiales o destruyéndolos. Pero es evidente que no podemos estar trabajando en un lugar en el que hay que ir esquivando porquería o morir.