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Las manchas solares vuelven a ser noticia. Son muchos los titulares alarmantes que se han producido durante este año, con la finalidad de captar la atención de personas de todo el mundo, en especial de las que viven en zonas potencialmente peligrosas.
Cada cierto tiempo las oficinas de meteorología entregan boletines relacionados con los movimientos que se producen en el espacio. En la mayoría de ellos, se utiliza la expresión peligro, lo que genera preocupación en muchas personas, sobre todo con las que se quedan únicamente con el titular de la noticia. Sin embargo, la realidad es que el mayor impacto que tiene una llamarada solar es en el área tecnología y satelital. Más allá de eso, no ocurre nada anormal.
Una mancha solar gigante podría azotar la Tierra con intensas llamaradas solares
Los investigadores apuntan que una mancha solar grande se desarrolla en el lado del sol que mira a la tierra. Tiene la potencia suficiente para lanzar erupciones solares que son capaces de generar una interrupción. La denominación que ha recibido es AR3089 y en las últimas semanas la actividad ha estado pasiva, lo que preocupa a los expertos.
There are 2 potential sources for sun activity:
A coronal hole in the sun’s equator and active sunspot region AR3089 (largest in size and magnetic complexity).
Both promise geomagnetic action on Earth and auroras. Will it happen?https://t.co/6Xd48jM0Nf📸 Image via NOAA. pic.twitter.com/6k1CH9n6w6
— EarthSky (@earthskyscience) September 2, 2022
El Dr. Tony Phillips se pregunta si este periodo es la calma antes de la tormenta, ya que piensa que por el momento no desaparecerá por completo. Asume que las llamaradas solares que llegaría a producir están calificadas como X, una de las erupciones más fuertes que tiene la potencia de mil millones de bombas de hidrógeno.
La mancha está localizada en la región 3089, que es una de las que monitorea la NASA y advierten que en caso de dirigirse a la tierra se crearían tormentas de radiación de larga duración capaces de dañar los satélites, las comunicaciones, las redes eléctricas y otras tecnologías terrestres. Algo similar a lo ocurrido en diciembre del 2006, momento en que sufrieron daño los GPS por algunas horas.
El año pasado, un estudio realizado por la Universidad de California advirtió que una potencial tormenta derribaría el internet por algunos meses, al afectar el funcionamiento de los cables transoceánicos de fibra óptica. Dice la publicación que el ciclo solar es ineludible y que a diferencia de épocas antiguas, la dependencia de la tecnología hace que el impacto se sienta con mayor fuerza.
No hay riesgo de daño biológico, pero igual sirve para meterte miedo en el cuerpo
En todos los casos, los boletines expresan el peligro de que esto ocurra en la tierra y la mayoría de las veces, la conclusión es la misma. Estas intensas salidas de energía provenientes del sol no pueden dañar biológicamente al ser humano ni causar un daño irreparable en el planeta que haga imposible vivir en él.
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Por ejemplo, se dice que una de las mayores llamaradas ocurrió el 4 de noviembre del 2003. En ese entonces se detectó una explosión catalogada X28, pero sus consecuencias se notaron principalmente en los sistemas de comunicaciones. Desde esa fecha se han registrado muchos eventos de menor proporción y las posibilidades de que se de otra en los próximos días es de 5 en 100.
Otro dato que proyectan los especialistas, es que el sol atraviesa su ciclo de manchas más fuerte en la última década, lo que hace presumir que habrá mucha actividad en los meses por venir. Por lo que según el Dr. Mike Hapgood, presidente del Grupo de Expertos en Impactos Ambientales Espaciales, se debe estar preparado para solventar cualquier inconveniente en los GPS o en las telecomunicaciones.
Queda claro que estos fenómenos naturales siempre van a estar presentes, el detalle está en que se maximizan o exageran los peligros que causarán. Se busca generar miedo y zozobra en la población. Esta sensación es muy contagiosa y más dañina que una enfermedad. El pánico lleva a compras nerviosas, a tomar decisiones sin pensar las consecuencias y se cae en una especie de hipnosis colectiva, por lo que la situación es un tema de conversación en todos lados.
A grandes rasgos, la sociedad actual vive en constante temor. El consumo de noticias es cada vez mayor y con el auge de los medios de comunicación digitales es sencillo encontrar centenares de portales, a los que se les da veracidad sin contrastar la información, no se verifican las fuentes y se da por hecho todo lo que se lee. Pero, la situación también se da en periódicos de larga data y canales de tv con buenos niveles de credibilidad.
Muchos llegan a caer en el amarillismo y la irresponsabilidad porque es la única forma que tienen de sobrevivir. Provocar escándalo, asombro y miedo aumenta las ventas, despierta la curiosidad por saber lo que hay dentro. Apelan a la angustia y morbosidad con palabras que mueven los sentimientos. Aunque económicamente sea rentable, se limita el objetivo de la información periodística y se crea una visión errónea en el lector o televidente, según sea el caso.
Por regla general, en casos como el riesgo de las llamaradas solares o el impacto de un meteorito a la tierra, se utiliza el elemento del tremendismo. Se habla de un peligro inminente, aunque el suceso esté a millones de kilómetros de distancia, con posibilidades mínimas de causar un daño real. Pero sobre todo se busca contagiar a las masas menos educadas, a las que tienen poco pensamiento crítico o capacidad de comprensión lectora.
Al final, vale la pena tomar las palabras del catedrático Ignacio Morgado, que afirma que si el cerebro emocional y el racional quedan desconectados, los instintos y la emoción dirigen el pensamiento y la razón casi ni aparece. Eso ocurre al llenarse el cuerpo de miedo y no hay la menor intención de corroborar si los hechos son ciertos.