¡Espectacular! Descubren hermoso oasis de vida en el océano Índico que demuestra que debemos explorar más el planeta y menos el espacio

El 4 de septiembre inició la misión para explorar el suelo oceánico de las Maldivas. Con una duración de 34 días a bordo del Omega Seamaster II, resultó ser todo un éxito y aportar información muy relevante para el estudio y la preservación del hábitat.

Una mirada a profundidad reveló todo un nicho de especies conviviendo en una zona muy específica sobre el subsuelo, que tiene intrigados a los investigadores. Actualmente, se están estudiando los datos obtenidos y analizando las implicaciones de dichos descubrimientos, con nuevos planes de exploración planificados para ahondar en estas áreas.

Descubren un nuevo ecosistema lleno de vida en el océano Índico

Las Maldivas son un conjunto de más de 1,000 islas que reposan sobre el océano Índico, apenas sobre el nivel del mar. Su baja altitud hace de este país, uno de los lugares con principal riesgo ante las subidas del mar por el cambio climático, por lo cual, la preocupación por preservar el medio ambiente es muy marcada allí.

Otro factor que contribuye en dicho interés es la abundancia en especies que circulan en la zona. Las Maldivas se encuentran rodeadas por numerosos arrecifes de coral que albergan a miles de especies. La riqueza biológica es tal, que se han encontrado variedades de esponjas capaces de proveer tratamiento para el cáncer.

Siendo esta abundancia de criaturas marinas uno de los puntos más importantes en la economía del país, el gobierno y la ciencia se unen con frecuencia para promover el estudio y la protección de la vida acuática. En una de estas expediciones, se realizó recientemente un descubrimiento magnífico.

En esta década, las nuevas tecnología han permitido hacer un estudio más profundo del suelo marino. En aguas australianas, por ejemplo, se descubrió una cadena de montañas que aparentemente sirven como refugio y guía para las migraciones de muchas especies. En Maldivas, la revelación de un volcán inactivo bajo tierra, llevó a encontrar todo un nuevo grupo de especies con una dinámica muy particular habitando en sus proximidades.

El escenario sorprendió a los investigadores porque numerosos enjambres de micro-necton quedaron atrapados entre la circunferencia de la montaña, de unas 15 millas náuticas y un espacio de 500 metros desde las profundidades hasta la superficie, es por eso, que este tipo de fenómenos se conoce como Trapping Zone.

Se conoce como necton a los grupos de pequeños organismos que pueden desplazarse sin importar la dirección de las corrientes marinas. Su estudio es muy complejo por su tamaño, lo que hace difícil capturarlos, además por su sensibilidad a la luz y el movimiento. No obstante, dan vida a algunos de los ecosistemas más interesantes.

Estos grupos de organismos realizan un desplazamiento que los científicos han llamado migración vertical, y habla de que estos van a la superficie en busca de alimento durante la noche, pero se resguardan de los depredadores en las profundidades durante el día.

Ahora, la pregunta que ha estado intrigando a los investigadores de este descubrimiento es ¿Por qué solo llegan hasta los 500 metros de profundidad? Es como si existiera una barrera invisible que les impidiera seguir descendiendo y los deja atrapados en esa zona particular.

Sin embargo, no se quedan únicamente en los bajos estratos, cada anochecer, suben a buscar alimento en organismos que necesitan mucho más de la luz del sol para subsistir y, por lo tanto, habitan en las zonas más elevadas.

Estos movimientos son acompañados por otras especies mucho más grandes, que descubrieron en la Trapping Zone una fuente de alimento inagotable. Los vídeos han captado gran variedad de tiburones, incluso algunos que soy muy raros de encontrar y otras criaturas de gran tamaño como atunes y peces perro.

La expedición Nekton duró un mes y se realizó a bordo del submarino Omega Seamaster II, fabricado por la marca de relojes suizos. Fue llevada a cabo en colaboración con científicos de todo el mundo, el gobierno del país y el Instituto de Investigación Marina (MMRI).

Las imágenes captadas por las cámaras y la información que se obtuvo del sonar aún están siendo procesadas, pero todo apunta a que se ha descubierto un ecosistema totalmente nuevo, que podría repetirse en otras zonas con montañas subacuáticas o con restos de actividad volcánica.

Por esto debemos explorar más nuestro planeta y menos el espacio

Las características geográficas del país insular, lo convierten en una zona tropical perfecta para la pesca y el turismo, cada año, miles de personas acuden a las islas para disfrutar de sus relajantes paisajes, la pesca artesanal, el buceo, entre otras actividades y fenómenos disponibles.

En algunas temporadas del año, la isla Vaadhoo, alberga grandes comunidades de plancton bioluminiscente que ilumina de azul sus playas; es un espectáculo fantástico. En otras épocas, es ideal realizar snorkel y observar la gran variedad de coloridas criaturas que viven casi en la superficie.

Las Maldivas también ofrecen viajes en hidroavión, tours por las islas inhabitadas y la oportunidad de practicar surf o navegar en kayak. Pero una de las actividades más importantes de las que dependen, no solo las islas sino muchas comunidades de la India en el continente, es la pesca en sus aguas que aseguran mucho alimento.

Con tantos pescadores en el área, es de vital importancia estudiar y resguardar la biodiversidad. Los científicos deben comprender la dinámica entre los diferentes organismos que conviven para evitar una crisis ambiental y el conocimiento obtenido en esta misión será fundamental para lograrlo.

Uno de los pasos más importantes en la preservación ambiental es comenzar por entender el ambiente y corregir la acción humana que está causando daño, aún sin saberlo, a estos núcleos. Lo que nos hace preguntarnos si acaso no sería más prioritario este estudio que las múltiples misiones de exploración espacial que tantos gastos conllevan.

En áreas como esta de suelo volcánico, pueden ser encontrados yacimientos de carbono. Analizar los mecanismos de almacenamiento para CO2 que la misma naturaleza ha provisto podría ser una pieza clave en la desaceleración del cambio climático. Una razón más para continuar explorando.

Ante tantas preguntas y posibles fuentes de conocimiento, nuevas misiones de sondeo están siendo planificadas y pretenden superar los 1000 metros de profundidad. Estas expendiciones nos ayudarán a desentramar el fenómeno de la Trapping Zone y sus implicaciones para la biodiversidad.