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El pasado 29 de agosto, a través de la revista Nature Ecology & Evolution, fue publicado un reciente estudio que asegura que la evolución de los seres vivos se puede predecir y no es un proceso aleatorio. Realizado por varios investigadores de la Universidad de Columbia y la Universidad de Yale, dicho estudio plantea la posibilidad de que la evolución puede anticiparse.
A lo largo de la investigación, los científicos detectaron que un determinado linaje de plantas desarrolló tres tipos de hojas similares, de manera independiente, repetidamente en lugares montañosos dispersos por el Neotrópico. Estos hallazgos demuestran cuán predecible puede ser la evolución, con la selección natural y el desarrollo de organismos bajo diferentes circunstancias.
La evolución no es aleatoria, sino predecible
A lo largo de la historia, la evolución ha sido vista como un proceso bastante aleatorio y en gran medida, impredecible. Sin embargo, un reciente estudio liderado por la Universidad de Yale y la Universidad de Columbia, ha cambiado este panorama tras su publicación en la revista Nature Ecology & Evolution. Según sus hallazgos, la evolución de los seres vivos es bastante predecible.
Tras iniciar su investigación el 18 de julio de 2022, un equipo de científicos descubrió que un linaje de plantas en específico, evolucionó tres tipos de hojas similares, de forma independiente, una y otra vez en zonas montañosas dispersas por todo el Neotrópico. Lo cual, consiste en “plantas de radiación replicada” que se refiere al desarrollo repetido de formas similares en distintas regiones.
Ante ello, los científicos resaltaron un descubrimiento clave: Es posible que la evolución no sea necesariamente un proceso tan aleatorio, sino que más bien pueda anticiparse. Esto significa que, dicho fenómeno de “radiación replicada” sugiere que la evolución se puede predecir, con el desarrollo de organismos y la selección natural combinándose entre sí, para producir las mismas formas una y otra vez bajo ciertas circunstancias.
“Tal vez la biología evolutiva pueda convertirse en una ciencia mucho más predictiva de lo que imaginamos en el pasado”.
Michael Donoghue de Yale, profesor emérito de ecología y biología evolutiva de Sterling y coautor del estudio.
Para constatar los descubrimientos obtenidos, el equipo de investigación se enfocó en examinar la genética y la morfología del linaje de plantas Viburnum. Con ello, se detectó que las hojas grandes cubiertas de pelo y las hojas pequeñas/lisas evolucionaron al principio, para después migrar por separado y ser dispersas por las aves a través de las diferentes cadenas montañosas.
Las plantas Viburnum son un género de plantas con flores que se han extendido desde hace 10 millones de años desde el sur de México hacia América Central. Hace 40 años, también fueron objeto de estudio en Harvard.
De allí, surge una gran duda: ¿Por qué los dos tipos de hojas evolucionaron por separado? Para los investigadores, un dato curioso es que las mismas plantas trascendieron en cada una de las regiones montañosas por separado, pero al mismo tiempo.
Una cuestión de condiciones climáticas y adaptación
Ante esta duda por parte de los expertos, optaron por seguir con los análisis genéticos de dichas plantas. Una vez obtuvieron los resultados del estudio, hallaron que los dos tipos de plantas evolucionaron de diferentes formas en base a las condiciones climáticas a las que fueron sometidas y a su adaptación, por supuesto en las 11 regiones estudiadas. De allí, la afirmación de que la evolución es bastante predecible.
En ese sentido, aunque evolucionaron en la mayoría de las zonas incluidas en el estudio, lo cierto es que la gama completa de dichos tipos de hojas todavía no se ha transformado en lugares donde Viburnum ha migrado recientemente, por su carencia de adaptación. Por ejemplo, mientras en el bosque nuboso de México, el norte de América del Sur y América Central se encuentran estos tipos de hojas grandes y peludas por ser áreas húmedas con poca luz, en las montañas de Bolivia todavía no se encuentran dichos hallazgos.
“Estas plantas llegaron a Bolivia hace menos de un millón de años, por lo que predecimos que la forma de hojas grandes y peludas eventualmente también evolucionará en Bolivia, pero más adelante”.
Bill Hathaway, investigador de la Universidad de Yale.
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Como resultado, el presente trabajo colaborativo ha propiciado un nuevo sistema para estudiar la adaptación evolutiva. Por medio de un patrón clave basado en las condiciones climáticas y la adaptación, será más sencillo comprender el significado funcional de la evolución de los seres vivos en conjunto con su arquitectura genética subyacente. Esta es la que permite su aparición repetida, pero por medio de procesos distintos.
Asimismo, las condiciones climáticas y los cambios que estas han experimentado a lo largo del tiempo, desempañan un papel relevante en la evolución de cualquier especie. Por defecto, la temperatura determina la distribución de las mismas y afecta las actividades de supervivencia, reproducción o desarrollo, por lo que actúa directamente sobre los ciclos de vida de cada ser. Entonces, como la evolución depende directamente de las condiciones climáticas y la adaptación, es algo que se puede predecir.
Hace unos siete millones de años, el linaje de los seres humanos se separo de los simios africanos y esto es una muestra de que la evolución no es algo aleatorio.
¿Cuál sería nuestro próximo paso evolutivo?
Ahora bien, como el paso evolutivo de los seres humanos ya no es algo aleatorio, según el estudio de la Universidad de Columbia y la Universidad de Yale; muchos se preguntan que se aproxima para la población mundial. En otras palabras, cuál será el próximo paso evolutivo que suponga una mejora para los seres humanos.
Según se prevé, con el paso de los años, es probable que el cuerpo humano muestre la capacidad de soportar temperaturas extremas. Esto significa que, la evolución podría inducir más tolerancia a temperaturas fuera de lo habitual, gracias al cambio climático que se experimenta en la actualidad y a la adaptabilidad inherente del cuerpo humano.
Por medio de varios estudios, se conoció que el cuerpo humano puede tener una increíble resistencia al frío y al calor, de manera excesiva. Durante toda la historia, el ser humano se ha visto en la necesidad de adaptarse a vivir en todo tipo de ambientes e implementar diferentes hábitos de vida.
Por ende, el cuerpo tiene una tolerancia que se puede rebasar sin ningún riesgo y esto podría ser calificado como una evolución de los procesos químicos y sus reacciones.
Por otro lado, ¿Será que en algún momento de la vida las personas tendrán resistencia al monóxido de carbono? Si bien este es un gas muy tóxico para los humanos y los animales, ya que reduce la capacidad para transportar oxigeno de la sangre, muchas actividades humanas podrían marcar la adaptabilidad de las personas ante este gas.
Tanto los calentadores de agua o calefones, las estufas de la cocina y hornos, las calderas y las actividades petroleras, expulsan monóxido de carbono. En efecto, estos procesos podrían permitir que el organismo se acostumbre a dichas emisiones y con el tiempo, las personas lograrían crear su propia resistencia a este gas. Con ello, se minimizarían las muertes causadas por el monóxido de carbono.