Se cumplen 30 años desde el nacimiento de los SMS y repasamos la evolución de las comunicaciones en móviles desde entonces

La mayoría de los usuarios de teléfonos móviles a nivel mundial prefieren la comunicación a través de aplicaciones de mensajería instantánea, que utilizar los clásicos mensajes de texto, que sin duda fueron los predecesores de esta tecnología en el año 1992, para dar un paso más allá de las clásicas llamadas de voz.

En su momento, los mensajes de texto fueron un boom. Las empresas telefónicas comenzaron a promocionarlos e inundar los medios de comunicación con campañas publicitarias en las que se incluían nuevos planes, que cabe destacar, al comienzo no eran tan económicos. Pero la moda se apoderó de todos y los SMS se convirtieron en un negocio que generó miles de millones de euros.

Se cumplen 30 años desde que se envió el primer SMS

El primer mensaje de texto se envió el 3 de diciembre de 1992, cuando el programador Neil Papworth, le escribió desde el ordenador a un amigo para saludarlo por la fecha de Navidad. A partir de ese momento, la compañía Vodafone lo vio como una forma divertida y útil de fomentar la comunicación.

Sin embargo, el uso se masificó siete años más tarde, en 1999, cuando las operadoras comenzaron la competencia entre ellas para atraer nuevos clientes. Inició con ello también la adaptación de los teléfonos móviles, los cuales no estaban preparados para enviar ni recibir mensajes de texto.

El primer móvil capaz de enviar y recibir SMS lo produjo Nokia en 1993, aunque, salió a la venta en 1994. Aparte, permitía almacenar listas de contacto de 10 números, algo sumamente novedoso en su momento. Los usuarios más frecuentes tenían edades de 18 a 25 años, quienes en promedio enviaban hasta 133 mensajes por semana y después, la mayoría se acostumbró a mandar un texto antes de hacer una llamada de voz.

Junto con los SMS apareció una nueva forma de lenguaje. Y es que debido a la limitación de caracteres que se podía incluir en un texto o para ahorrar tiempo al escribirlo, las palabras se comenzaron a acortar, lo que generó numerosas críticas, sobre todo de quienes cuidan el uso de la ortografía.

Una funcionalidad que impactó en el modo de comunicarnos y creó toda una industria

Los SMS (Short Messaging Service) o en español mensajes de texto corto, causaron una revolución en las comunicaciones. El despegue fue un poco lento debido a que la tecnología aún no estaba preparada, pero los ajustes finalmente se hicieron a comienzos de la década de los 2000, momento en que se hizo posible la interconexión entre diversas operadoras.

En el 2012 se enviaban 15 millones de mensajes de texto por segundo, siendo en ese momento la forma de comunicación más popular por encima del correo electrónico y de las redes sociales que existían. Y por citar el caso de España, en 2007 se enviaron 2.630 millones de SMS, uno de los mayores picos en la historia.

A nivel económico, para las empresas telefónicas los SMS representaron grandes ganancias. Cada uno llegó a tener un valor de 0,15€, un precio hasta 75 veces superior a lo que costaba a la compañía, pero como era la moda el costo no importaba.

En España, el 12% de la facturación de los operadores móviles las conseguían con este medio. En 2008 lograron recaudar 1.744M€

Pero también los SMS han sido utilizados para otros fines. Por ejemplo, en África ayudaron a difundir información sanitaria y en Asía a prevenir los tsunamis. Igualmente se usan para el envío de dinero, autenticar las aplicaciones, enviar recibos de pago, y por supuesto para las campañas políticas, tanto en elecciones como al convocar manifestaciones en contra de determinadas medidas gubernamentales.

Los SMS forman parte de la historia de millones de personas, no obstante, un estudio asegura que los abuelos que no instalan aplicaciones móviles los utilizan, al igual que quienes no tienen acceso por diversos motivos a los smartphone, los que viven en zonas con restricciones tecnológicas y los que necesitan dar respuestas rápidas al estar ocupados.

Aún así, la red todavía está disponible en muchos países y para 2021 se estimó que los ingresos por este concepto estaban sobre los 73.00M€ en todo el mundo. Y las proyecciones es que siga en caída, a la vez que las aplicaciones de mensajería con el uso de datos se apoderan de gran parte del mercado.

La llegada del BlackBerry Messenger y Whatsapp; las aplicaciones de mensajería sustituyeron al SMS

A comienzos de la década de los 2000 apareció un fenómeno llamado BlackBerry, equipo que permitía integrar el correo electrónico al móvil. Junto con ello, establecieron su propia aplicación llamada BlackBerry Messenger, la cual multiplicó su impacto después que estuviera disponible para dispositivos Android, llegando rápidamente a los cien millones de descargas, ya que en una primera etapa estaba sólo presente en los modelos de la marca.

Esta aplicación permitía a los usuarios enviar mensajes ilimitados, que era uno de los inconvenientes de los SMS, así como compartir fotos y vídeos, chatear con múltiples contactos al mismo tiempo, una agenda ilimitada y la opción de enviarlos desde cualquier parte, sin necesidad de tener una tarjeta específica.

En el 2009 se acentuó el declive de los SMS con el nacimiento de WhatsApp, pero también afectó el crecimiento de BlackBerry Messenger. La encriptación punto a punto, los mensajes temporales, sin publicidad, opción de búsquedas y una mayor cantidad de tamaño para los archivos a enviar, le dieron un auge enorme a esta nueva herramienta.

Al día de hoy, Whatsapp sigue sumando usuarios y descargas en todo el mundo. La facilidad de uso, el auge de los dispositivos inteligentes y la amplia cobertura de datos, le han dado un lugar importante en la vida de millones de personas. Aunque, no ha quedado libre y ha visto que herramientas como Telegram están persiguiéndolos con nuevas características.

Los mensajes de texto cumplieron su ciclo vital, por lo que su uso es cada vez más reducido. Sin embargo, el hecho de que los dispositivos inteligentes los incluyan en sus diseños, significa que por el momento no desaparecerán.