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Este 6 de marzo, un grupo de científicos de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, en Estados Unidos, reveló un nuevo y revolucionario camino para impulsar la informática, que se basa en la “Inteligencia Organoide”. Tal y como explican, los organoides cerebrales actúan como hardware biológicos tras ser creados en un laboratorio. Así conforman un “bioordenador” alimentado por células cerebrales humanas, el cual ampliará las capacidades de la informática moderna exponencialmente para crear nuevos campos de estudio.
Si bien la Inteligencia Artificial ha demostrado contar con un gran potencial, su poder computacional palidece en comparación con un cerebro humano, según los expertos estadounidenses. Por ello, este equipo de científicos de múltiples disciplinas está trabajando para crear biocomputadoras e iniciar una nueva era de biocomputación rápida, potente y eficiente, para así dar paso a la “Inteligencia Organoide” ¿Será que si será capaz de superar a la IA?
Fliparás cuando conozcas sobre la "Inteligencia Organoide" que quieren crear los científicos
Los organoides cerebrales son un tipo de tejido cultivado en laboratorio, el cual se asemeja a los órganos humanos. Específicamente, son estructuras tridimensionales que proceden de células madres y a pesar de que no son “mini cerebros”, comparten aspectos clave de la función y la estructura del cerebro (por ejemplo, las neuronas y otras células cerebrales esenciales para funciones cognitivas).
A diferencia de otros tipos de cultivos celulares que son planos, los organoides tienen una estructura tridimensional. Gracias a ello, la densidad celular del cultivo aumenta 1.000 veces, y como resultado, las neuronas tienen la posibilidad de formar muchas más conexiones. Por consiguiente, durante décadas, los científicos han utilizado los organoides en laboratorios para experimentar con los sustitutos de riñones, pulmones y otros órganos.
Después de casi dos décadas de hacer uso de estas células experimentalmente, un grupo de investigadores de Estados Unidos se ideó un nuevo estudio que podría marcar un antes y un después en el mundo científico. Específicamente, desde la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, han estado trabajando con organoides cerebrales, orbes del tamaño de un punto de bolígrafo con neuronas y otras características que mantienen funciones básicas (como la memoria y el aprendizaje).
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Para ello, se unieron científicos de múltiples disciplinas que tienen un claro objetivo: crear biocomputadoras revolucionarias donde cultivos tridimensionales de células cerebrales sirven como hardware biológico, es decir, los organoides cerebrales.
Si bien estos últimos no parecen versiones diminutas del cerebro humano, lo cierto es que los cultivos celulares del tamaño de un punto de bolígrafo poseen neuronas que forman multitud de conexiones y realizan funciones similares a las del cerebro. Lo cual, según los científicos, es un fenómeno que puede llamarse “Inteligencia en un plato”.
“Llamamos a este nuevo campo interdisciplinario ‘inteligencia organoide (OI)’, pues nos hemos reunido para desarrollar esta tecnología que creemos que lanzará una nueva era de biocomputación rápida, potente y eficiente”.
Thomas Hartung, profesor de Salud Medioambiental e Ingeniería en la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins.
En ese sentido, los expertos han bautizado esta nueva hazaña como la “Inteligencia Organoide”, que es aquella en la que los organoides cerebrales creados en laboratorio actúan como hardware biológico más eficiente que las supercomputadoras, a nivel energético. Lo cual, más allá de cambiar el futuro de la informática, también será idóneo para evolucionar las pruebas farmacéuticas de enfermedades complejas como el Alzhéimer.
“Con OI, también podríamos estudiar los aspectos cognitivos de las condiciones neurológicas. Por ejemplo, podríamos comparar la formación de memoria en organoides derivados de personas sanas y de pacientes con Alzheimer, y tratar de reparar los déficits relativos”.
Thomas Hartung, profesor de Salud Medioambiental e Ingeniería en la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins.
Este grupo de científicos prescinde de la idea de que las computadoras son más rápidas e inteligentes que el cerebro humano. Dado que aseguran que los cerebros son mejores para aprender, tiene una capacidad asombrosa para almacenar información y tienden a ser más eficientes energéticamente. Por ejemplo, para entrar AlphaGo (IA que venció al jugador de Go número uno del mundo) se tuvo que entrenar con datos de 160.000 juegos, lo que supone entrenar cinco horas diarias durante más de 175 años para un humano.
La cantidad de energía gastada entrenando AlphaGo es más de la necesaria para mantener a un adulto activo durante una década. Por ende, los cerebros no son solo aprendices, sino más eficientes.
Entonces, aunque la IA se ha inspirado durante mucho tiempo en el cerebro humano, este último exhibe mucha más capacidad porque está conectado de forma diferente a las máquinas. Por naturaleza, el cerebro tiene alrededor de 100.000 millones de neuronas conectadas mediante más de 1.015 puntos de conexión, a diferencia de las computadoras de silicio que poseen límites físicos y no permiten empaquetar muchos transistores en un chip diminuto. De allí resulta una gran diferencia de potencia en comparación con la tecnología actual.