Las cascadas Blood Falls de la Antártida Oriental podrían ser en realidad lo restos de un ecosistema prehistórico

Las cascadas Blood Falls de la Antártida Oriental son un misterioso fenómeno que ha sido estudiado por años y hasta hace poco, se pudo conocer de qué se trata realmente. Muchos apuntan a que estas “cataratas de sangre” y su color vibrante son producto de las algas rojas, pero no es así. Un reciente descubrimiento acotó que podrían ser los restos de un ecosistema prehistórico que da una nueva mirada a la adaptabilidad de la vida en condiciones extremas.

Después de mucho tiempo de análisis del agua de Blood Falls, los expertos hallaron que los cuerpos enterrados de agua súper salada albergan un extraño ecosistema subglacial de bacterias. Lo cual es raro por la ausencia casi total de oxigeno y probablemente, la bacteria se sostiene por medio del ciclo del hierro de la salmuera, sin la fotosíntesis. Esta nueva realidad abre las posibilidades de existencia de microorganismos en Marte.

Las Blood Falls en la Antártida serían restos de un ecosistema prehistórico

A pesar de que los científicos aún no tienen claro qué es lo que verdaderamente empuja la salmuera rojiza características de las Blood Falls de la Antártida Oriental, un reciente estudio halló que podrían tratarse de los restos de un ecosistema prehistórico. Específicamente, hacen énfasis en un raro ecosistema subglacial de bacterias que, según se estima, se sostiene a través del ciclo del hierro de la salmuera, sin la fotosíntesis y con una ausencia casi absoluta de oxígeno.

El agua de estas cataratas está muy por debajo del punto de congelación, con una temperatura de alrededor de -7°C (19,4°F) cuando sale del glaciar. En efecto, sólo logra mantenerse líquido por su alto contenido en sal.

En ese sentido, el derrame de color rojizo de Blood Falls podría actuar como un “glaciar del tiempo” de una era en la que el planeta Tierra era bastante diferente a como es en la actualidad.

Tras los hallazgos, se aumentan las posibilidades de que el sistema Blood Falls estuvo habitado por microbianos y estos, permitirán explicar cómo la vida en la Tierra logró sobrevivir en condiciones extremas, en tiempo en que todo el globo estaba congelado. Un claro ejemplo de ello, es su perdurabilidad durante el período propuesto de Snowball Earth de Nieve.

La era donde hubo glaciación total sobre la Tierra inició hace 2.400 millones de años y finalizó hace 2.100 millones de años, en la Era Geológica del Paleoproterozoico.

Por consiguiente, las Blood Falls han brindado a los biólogos una oportunidad única de obtener muestras de agua de grandes profundidades en la Antártida, sin correr el riesgo de contaminar un oasis secreto escondido.

Específicamente, estas muestras de agua permitieron realizar un análisis genético que mostró que, en ausencia de oxígeno disuelto en agua, viven 17 tipos de microorganismos. Los cuales proporcionan una nueva mirada respecto a la adaptabilidad de la vida a condiciones extremas, en particular, las que sucedieron en el pasado lejano de nuestro planeta Tierra.

En una de las cavidades ocultas, sellada herméticamente con una capa de hielo de 400 metros, las bacterias han vivido en silencio durante dos millones de años; sin acceso a la luz y en completa ausencia de oxígeno.

De la misma forma, este es un descubrimiento que abre la posibilidad de la existencia de microorganismos en Marte. Debido a que, este ecosistema prehistórico ha logrado sobrevivir sin oxígeno por muchos años, lo que también podría ocurrir en el planeta rojo. En este caso, las bacterias utilizan sulfato para la respiración y, en consecuencia, podría existir un elemento que les permita respirar en Marte.

Con respecto al tono rojizo, los hallazgos señalan que el óxido es el responsable de ello en la cascadas Blood Falls. En resumidas cuentas, el estudio destaca que el agua que emerge de la grieta del hielo a la luz del día resultó ser extremadamente rica en hierro bivalente soluble, el cual se oxigena de inmediato al combinarse con el oxígeno atmosférico. Así, el hierro ferroso podría aparecer allí al ser suministrado por microorganismos, convirtiéndose en hierro férrico que es insoluble en agua.

Todo este tiempo, los microbios atrapados en esta parte de la Antártida Oriental vivieron procesando los restos de materia orgánica y respiraron hierro de las rocas circundantes (en lugar de oxígeno) con la ayuda de sulfato como catalizador.

Blood Falls; la hermosa cascada de sangre que confundió a exploradores durante décadas

Desde 1911, las cascadas Blood Falls o “cataratas sangrientas” fueron descubiertas como un fenómeno natural único en el planeta. Gracias al trabajo, de Griffith Taylor, geólogo australiano. Desde entonces, se convirtieron en uno de los misterios más sorprendentes en investigar, así que los expertos asumieron su rol para iniciar una investigación a fondo de esta zona de la Antártida Oriental.

“Inmediatamente me di cuenta de que el líquido tiene algunas propiedades inusuales”.

Griffith Taylor, geólogo australiano.

Después de numerosas pruebas realizadas por parte de exploradores, estos asumieron que las algas eran las responsables de darle este color rojizo al agua. Sin embargo, por medio de otros estudios en 1960, los científicos lograron demostrar que el tono rojo de dichas aguas es resultado de las sales de hierro (o hidróxido férrico) que fueron expulsadas de la capa de hielo, es decir que, son consecuencia del alto contenido de óxido de hierro.

Más allá de estudiar el por qué resultaron las “cataratas sangrientas”, los investigadores se centraron en descubrir en la posible existencia de un ecosistema prehistórico y extremo a la vez.

Así, en 2009, dieron luz sobre un nuevo origen de esta agua rojiza que, básicamente, proviene de un lago de agua salda que quedó atrapado en el hielo durante 1.5 o 2 millones de años. Dicho lago es sólo una parte de un sistema subterráneo mucho más grande de lagos y acuíferos hipersalinos.

A partir de ello, los expertos llevaron a cabo el análisis del agua de Blood Falls y encontraron que los cuerpos enterrados de agua súper salada albergan un peculiar ecosistema subglacial de bacterias. Por lo que, una de las principales características de estas cascadas se basa en mantener flujos de agua en su interior, la cual no está sola.

Entonces, paralelamente, el agua “sangrienta” ha contenido una extraña comunidad de bacterias autotróficas, las cuales perviven bajo el glaciar en condiciones extremas que no se parecen en nada a las desarrolladas por otras formas de vida a lo largo de la Tierra.

Así, las bacterias pueden servir como un buen espejo de las precarias condiciones de vida de los primeros organismos terrestres del universo, cuando el oxigeno era escaso en el interior del planeta.

En conclusión, gracias a las condiciones de las Blood Falls de la Antártida Oriental por año, la comunidad microbiótica ha aprendido a sobrevivir a través de sulfatos e iones férricos idóneos para metabolizar la materia orgánica atrapada. Lo cual demuestra la posible glaciación global, por la que la Tierra ha permanecido cubierta de hielo hasta en latitudes tan cálidas como los trópicos.