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En un evento en línea hecho por Progress Educational Trust en Reino Unido, el pasado 23 de noviembre, se conoció que ya es posible utilizar los óvulos, espermatozoides o embriones de personas muertas para crear nueva vida. Esta decisión, claramente, tiene que ser tomada por la persona que proporcionó las células, pero existe un serio problema moral y legal con eso, hoy en día.
Esta noticia generó furor tras la muerte de Peter Zhu, un jugador de esquí de 19 años que tuvo un accidente en Nueva York. En su tarjeta de donante, el joven señalaba que quería donar sus órganos y, además, sus padres pidieron a la corte contar con la posibilidad de recolectar su esperma para tener hijos genéticamente relacionados con Peter. El tribunal aprobó su deseo, pero creó un gran debate sobre quién es el que debe decidir qué hacer con las células de una persona muerta.
Ya podemos usar células de personas muertas para crear vida nueva
En Nueva York, específicamente en West Point, falleció un jugador de esquí de 19 años llamado Peter Zhu. Además de que dejó claro que quería donar sus órganos, sus padres solicitaron extraer el esperma de su cuerpo y almacenador en un banco de esperma local para tener hijos genéticamente relacionados con Peter, lo cual fue aprobado por el tribunal.
Este hecho, causó furor y abrió las posibilidades de utilizar células de personas muertas para crear vida nueva, tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo. Se trata de una tecnología que permite hacer uso de óvulos y esperma de personas fallecidas para crear embriones y eventualmente, “hacer” bebés. Sin embargo, la duda de muchos radica en quien es el que debe decidir qué hacer con estas células.
El pasado 23 de noviembre, este fue el tema principal de un evento en línea realizado por Progress Educational Trust, una organización benéfica del Reino Unido para personas con infertilidad y afecciones genéticas. A lo largo del programa, los asistentes realizaron muchas preguntas relacionadas con ello, pero un médico y dos abogados a cargo de resolver las dudas, brindaron pocas respuestas realmente concretas.
A nivel legal, la decisión varía dependiendo del lugar. Lo que se conoce como reproducción póstuma todavía no está regulada en muchos territorios y no está permitida en algunos países. En el caso de USA, las leyes varían dependiendo del estado y según la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva (ASRM), es probable que muchos estados sigan sin reconocer legalmente a un niño concebido después de la muerte de una persona, como descendiente de la misma.
La reproducción póstuma hace referencia a la concepción de un bebé cuando uno de los padres ha fallecido.
A pesar de esto, la noticia resulta beneficiosa para aquellas personas que deseen utilizar óvulos, espermatozoides o embriones, ya sea de parejas o familiares fallecidos. Según resalta el abogado Lawford Davies en el evento online, todos estos casos involucran a personas increíblemente valientes que deciden darse una nueva oportunidad, tras enfrentar una tragedia. Así, pueden dar vida después de la muerte.
Muchos enfatizan que es una tecnología idónea para cumplir los deseos de las personas que fallecen, mientras estos sean bastante claros.
Sin embargo, lo cierto es que cada caso es único y lo mejor es tratarlo de forma individual, en lo que respecta a la reproducción póstuma. En este caso, según la bioeticista y experta en derecho e la Universidad de Stanford en California, Shelly Simana, es difícil generalizar. Por consiguiente, lo más ideal es que la gente escriba un testamento biológico para que admita la posibilidad de que sus propias células se utilicen después de su muerte, por lo que también alienta a las personas a considerar la donación de órganos.
“A menudo le decimos a la gente que el Día de Acción de Gracias… cuando estás sentado con tu familia… es un buen momento para expresar tus deseos”, dice ella. “Son conversaciones muy difíciles de tener… Hablar de la muerte no es cómodo para mucha gente, pero ¿de qué otra forma harás saber tus deseos?”.
Shelly Simana, bioeticista y experta en derecho de la Universidad de Stanford en California.
¿Quién decide? El conflicto moral de utilizar esta tecnología
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Sin duda, la reproducción póstuma es un área turbia. En teoría, los expertos dicen que la decisión sobre el uso de las células de difuntos debe ser tomada por la misma persona que proporcionó los óvulos, espermatozoides o embriones, exclusivamente. Entonces, por ejemplo, alguien puede almacenar sus células sexuales y firmar un formulario declarando que, en caso de morir, estaría feliz si su pareja empleará dichas células.
Sin embargo, no hay respuesta clara ni certera en torno a esta gran interrogante. Aunque en algunos casos es claro que el individuo es el único que tiene la potestad de decidir, en otras situaciones consienten que los padres, las parejas u otros miembros familiares puedan convencer a un tribunal de que la persona fallecida realmente quería tener hijos y de allí, la importancia de extraer sus células sexuales para almacenarlas en un banco de esperma local.
De esta manera, también podrán continuar con si línea familiar y sin necesidad de convertirse en padres esencialmente.
Desde un punto de vista legal, surgen muchas más dudas. Si bien, las células sexuales ni los embriones pueden ser heredados por miembros de la familia y no están sujetos a la ley de propiedad, lo cierto es que existe cierto grado de potestad legal para las personas más cercana de quienes proporcionarán las células. Entonces, en esta área, la ley de Estados Unidos no esclarece quien debería decidir qué hacer con dichas células.
“No tenemos reglas ni políticas nacionales que aprueben o rechacen, tendidamente, la posibilidad de usar células de individuos muertos. La ley en esta área hace que me duela la cabeza”.
Gwendolyn Quinn, bioética de la Universidad de Nueva York.
En resumidas cuentas, si el difunto registro un documento firmado en el que detalla que desea donar sus óvulos, espermatozoides o embriones bajo ciertos términos, las células se pueden utilizar sin ningún problema, mientras sea legal este tipo de almacenamiento en la región en la que reside. Sin embargo, si no oficializó ningún escrito, se crea una disputa legal entre lo que quiere la familia, lo que dicta la ley y lo que se considera moralmente.
Desde un punto de vista ético, la decisión del difunto o las consecuencias para la pareja y el niño en la reproducción médica asistida tienen diferentes implicaciones. La diferencia radica en que una decisión de extracción de órganos para trasplante beneficia a un tercero, es consecuencia de una decisión altruista (tendencia a procurar el bien de las personas de manera desinteresada).
Así, la solicitud de extracción de semen, por parte de los padres o la pareja, cuando no hay voluntad anticipada, es para beneficio propio y no debe ser una situación consentida, más bien se considera como “un acto peligrosamente cerca de la violación”.
“Se recomienda la búsqueda de un documento que de constancia de la voluntad del difunto (si existe) el cual puede tener un componente explícito (documento) y un componente implícito, para con ello respetar la voluntad del paciente. En el caso de no tener ningún documento físico que evidencie la voluntad del paciente, la decisión será sobre la base de tener evidencia de participación en programas de concepción”.
Declara el Comité de Ética Hospitalaria.