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El pasado 26 de octubre, un grupo de investigadores de la Universidad de California en Berkley, publicó un nuevo estudio que muestra que la tecnología está un paso más cerca de hacer de los perros robots los mejores amigos del hombre. Por primera vez en el campo de la robótica, demostraron que un robot aprende a caminar en solo 20 minutos, sin previo entrenamiento y a partir de simulaciones. El hecho de perfeccionar esta nueva habilidad podría causar que dichos autómatas reemplacen a las mascotas reales.
Durante el experimento basado en ensayo y error, los expertos exploran los movimientos que realiza el robot y enfatizan cómo sus acciones pueden influir en ello. No obstante, a través de un material audiovisual, demuestran que el robot aprender a coordinar sus extremidades usando retroalimentación, por lo que podría usar esto a favor para obtener la habilidad de realizar más acciones tal y como un perro de verdad. Sin embargo, ¿será que también podrían sustituir a las mascotas emocionalmente?
Un robot podría reemplazar a tu mascota próximamente
El pasado 26 de octubre, bajo el título “Los robots de Berkeley aprenden a caminar solos en tiempo récord”, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Berkeley publicó uno de sus estudios más ambiciosos en el campo de la robótica. En este, concluyeron que los perros robots aprenden a caminar solos en tiempo récord, a partir de la retroalimentación.
Todo comenzó hace varios meses, cuando un grupo encabezado por Sergey Levine, profesor asociado de ingeniera electrónica y ciencias de la computación, abordó una investigación que tiene como fin que los perros robots se conviertan en el mejor amigo del hombre. Haciendo uso del aprendizaje automático, se enfocaron en desarrollar dos enfoques de vanguardia para lograr que los robots cuadrúpedos lograrán caminar y hasta dar la vuelta en un tiempo récord a fin de acotar los tiempos de capacitación en el campo.
Esto captó la atención del mundo de la robótica, ya que Levine y sus colegas presentaron un avance significativo. En solo 20 minutos, basados únicamente en el ensayo y error en el campo, este tipo de robots aprendieron a caminar a partir de modelos y simulaciones, sin un entrenamiento previo. Lo que significa que, en base a sus propias acciones, estos prototipos lograron dominar los movimientos necesarios para caminar y adaptarse a diferentes entornos.
Para dar fe de ello, el coautor de la investigación y becario postdoctoral en el laboratorio de Levine, Ilya Kostrikov, planteó la idea de colocar el robot en entornos de aire libre no estructurados, como un primer enfoque. Así, desde una posición erguida, el robot dio sus primeros pasos y tras tambalearse varias veces, aprendió a caminar de forma constante. De manera que, con los marcos de aprendizaje automático, enfatizaron que fue posible acelerar la velocidad de aprendizaje de estos autómatas.
En resumidas cuentas, el objetivo de los investigadores de Berkeley consiste en permitir que el robot con apariencia de perro aprenda de sus errores más eficientemente, a medida que interactúa con su entorno. Así, el mismo robot debe explorar sus movimientos y observar cómo sus acciones intervienen en estos. Por lo que, usando la retroalimentación, tienen que saber cómo coordinar los movimientos de sus extremidades en un modo de andar mucho más natural que, con su misma experiencia, sea capaz de perfeccionar su nueva habilidad.
“Nuestro trabajo muestra que entrenar robots en el mundo real es más factible de lo que se pensaba anteriormente y, como resultado, esperamos capacitar a otros investigadores para comenzar a abordar más problemas del mundo real”.
Laura Smith, Ph.D. estudiante en el laboratorio de Levine.
Por su parte, el segundo enfoque diseñado por un equipo diferente en la Universidad de Berkeley, propone ayudar a un robot de cuatro patas a aprender a caminar utilizando su propia imaginación. Este fue dirigido por un profesor de ingeniería eléctrica y ciencia de la computación, llamado Pieter Abbeel. Básicamente, los expertos crearon y utilizaron un algoritmo RL conocido como “Dreamer” que se caracteriza por emplear un modelo de mundo aprendido.
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Entonces, este modelo construido con datos recopilados de las interacciones en curso del robot con el mundo, demostró que el autómata aprendió a resistir los empujones, darse la vuelta rápidamente, volver a ponerse de pie y hasta caminar de espaldas, en un lapso de 10 minutos. Para lograrlo, tras ser entrenado por el grupo de investigadores liderado por Abbeel, el robot cuadrúpedo implementó el proceso de “entrenamiento de la imaginación” para fantasear sus propios resultados potenciales.
También conocido como entrenamiento mental, el entrenamiento de la imaginación es la repetición de una acción que se ha realizado, de manera consciente. Existen tres posibilidades de regular la imaginación: A través del entrenamiento subvocal, del entrenamiento ideomotor y del entrenamiento de la percepción.
Así, señalaron que el robot puede hacer uso de este modelo para predecir el resultado de una determinada acción y establecer qué hacer en función de sus mismas observaciones. De tal modo, el mismo robot será capaz de explorar el mundo real o facilitar un aprendizaje más rápido en robots físicos en el mundo real, sin demostraciones ni simuladores.
“El propio robot sueña e imagina cuáles serían las consecuencias de sus acciones y luego se entrena en la imaginación para mejorar, pensando en diferentes acciones y explorando una secuencia diferente de eventos”.
Pieter Abbeel, autor del segundo enfoque y profesor de ingeniería eléctrica y ciencia de la computación.
Una de las principales ventajas de esta segunda propuesta, más allá de acelerar el tiempo de aprendizaje del autómata, es que el mismo perro robot puede descubrir cómo caminar sin necesidad de que los investigadores lo reinicien. De forma que, aunque sufra una mala caída o sea empujado al vacío, el robot debe intentar recuperarse por sí solo, sin ninguna intervención por parte de terceros. En pocas palabras, depende del robot aprender.
De cualquier manera, los últimos enfoques utilizados por los equipos de Levine y Abbeel brindan un gran avance al permitir que los robots aprendan de su experiencia en el mundo real. Esto es idóneo para eliminar la notable dependencia de simuladores, lo cual resulta efectivo para que los autómatas sean quienes continúen forjando su mismo aprendizaje a medida que interactúan en el mundo real.
¿Podría un robot reemplazar emocionalmente a nuestras mascotas?
De alguna u otra forma, sí. Si bien, la interacción con los canes aumenta la empatía y la autoestima de las personas, los robots cuadrúpedos también tendrían la capacidad de generar lo mismo. Esto se debe a que, dichos autómatas muestran la capacidad de ser consientes sobre sus propios movimientos y reaccionar ante lo que pasa en el mundo real. Por ende, producirían un efecto positivo en el bienestar psicológico de sus “amos”, ya que actuarían como un apoyo emocional al mantenerse cerca de ellos.
Sumado a esto, cuando cualquier humano siente cierto apego a “objetos transicionales”, se vincula de forma emocional con estos. Lo que significa que, aunque saben que el elemento en cuestión no está vivo, le atribuyen algunas emociones que los hacen pensar que sí tiene vida propia. Se trata de una forma de pensamiento “mágico” que les otorga mucho más valor a los objetos.
Un objeto transicional es un elemento material en el cual una persona deposita cierto apego. Como los objetos transicionales suelen aparecer en la etapa de la infancia, esto se puede relacionar con el vínculo entre perros y niños a una edad temprana que potencia las funciones cognitivas y las habilidades comunicativas del ser.
Así, el hecho de poder actuar como una mascota, adaptarse a lo que ocurre en su entorno y ser un “objeto” que interactúa con los demás para ofrecer su compañía en todo momento; sería un punto clave para que las personas creen emociones o sentimientos sobre ellos. Con estas tres características particulares, podrían reemplazar a las mascotas emocionalmente, sobre todo a los cachorros.