La minería PoW hace que BTC sea tan dañino para el medio ambiente como la industria cárnica

El Protocolo de Prueba de Trabajo (Proof of Work), se basa en resolver complejas operaciones matemáticas. Para alcanzar ese objetivo en criptomonedas como el Bitcoin, es necesario realizar el proceso de minado hasta que se encuentre el algoritmo que supere los límites de dificultad. Al final, esto conlleva un enorme consumo energético que impacta de forma negativa en los recursos naturales del planeta.

Así lo confirma un análisis publicado en la revista Scientific Reports. Allí se muestran con razonamientos científicos y técnicos los daños climáticos que ocasiona la minería de criptomonedas. Se asegura que tiene los mismos efectos que otras actividades contaminantes, tales como la extracción de petróleo y la producción de carne vacuna. Las aseveraciones colocan en el tapete la discusión de si es necesario que se cambie el modelo por uno que sea más sostenible.

BTC es tan contaminante como la industria de la carne

Desde hace un tiempo, algunos habían comparado la minería de Bitcoin con la de oro. Pero los nuevos estudios lo relacionan con la producción a grandes escalas de carne de res. La motivación para realizar el estudio es el crecimiento que ha tenido esta moneda digital en los últimos años, hasta el punto de representar el 41% del mercado de criptomonedas.

Bitcoin Is As Environmentally Damaging As The Beef Industryhttps://t.co/bzq74mqbm7 pic.twitter.com/QYzUYCCxS7

— IFLScience (@IFLScience) September 29, 2022

La investigación alerta que con el pasar de los años la minería no se ha vuelto sostenible, sino más bien una actividad dañina para el planeta y los ecosistemas naturales. Según las cifras recabadas, en 2020, producto de la extracción de criptomonedas se utilizaron 75,4 teravatios hora de electricidad, una cantidad superior a la que consumen países como Austria y Portugal. Aparte, sostienen que por cada euro que se obtuvo, el daño climático corresponde al 1.5%.

Así mismo, la minería de Bitcoin contribuyó en 35% al daño climático en el periodo comprendido de 2016 a 2021, por encima de la carne (33%) y menor que la gasolina (41%). Igualmente, los perjuicios se multiplicaron por 126, por lo que cada moneda que se lograba extraer representa 11.314 euros en consecuencias climáticas.

El autor principal del estudio es el investigador de la Universidad de Nuevo México Benjamin A. Jones, quien comenta que la electricidad utilizada en la minería de Bitcoin proviene de combustibles fósiles como el carbón y el gas natural. Las consecuencias inmediatas de esta práctica llevan a la contaminación del aire y mayores emisiones de carbono, elementos que tienen un impacto negativo en el cambio climático global al igual que en la salud de personas de todas la edades.

¿Debería Bitcoin cambiar a un protocolo PoS como Ethereum?

La comunidad científica no deja de alertar que la industria digital causa un grave daño al ambiente, por lo que es necesario y urgente realizar un cambio de políticas. Muchos países han tomado medidas que prohíben de forma explícita esta actividad, hasta el punto de ser considerada ilegal. Hace apenas dos semanas, en Argentina se procedieron a desconectar 800 equipos que pertenecían a una granja minera mientras que en otros lugares se preparan legislaciones especiales.

Por otra parte, el Foro Económico Mundial anunció que creará una comisión que se encargue de profundizar en el impacto ambiental que tiene la minería de Bitcoin. Una primera preocupación es la cantidad de energía que se utiliza, segundo la emisión de carbono y tercero, cómo utilizar la tecnología implícita para mejorar las transacciones financieras tradicionales. Lo que buscan es fortalecer el uso de otras fuentes de electricidad limpia que ayuden a la preservación del planeta.

La propuesta de algunos es que Bitcoin asuma un protocolo PoS al igual que lo ha hecho Ethereum. Pero eso es algo que por los momentos no está planteado. Uno de los mayores desafíos es que los mineros son millonarios que pueden ejercer presión para mantener el sistema actual y en caso de imponerse un cambio, podrían desestabilizar el mercado, riesgo que no se quiere ni desea correr.

Pero, hay un elemento que sí pondría a pensar a muchos y es lo que ocurrirá después que se minen todas las monedas disponibles. En ese caso, las ganancias reducirán, aumentarán las tasas de transacción y si se buscará acuñar a través de un hard fork se socavaría la credibilidad. Este panorama puede hacer que las opiniones de los mineros cambien y piensen que el sistema PoS es más sostenible.

Es cierto que en la actualidad la mayoría de los proyectos se basan en el protocolo de Prueba de Trabajo y todos los mineros reciben las recompensas por los esfuerzos que hacen, lo que incluye adquirir equipos potentes que resuelvan cientos de operaciones. Cuando se va a realizar un nuevo lanzamiento, es el formato que se utiliza. Pero no todo es perfecto, para validar cada transacción los plazos son muy largos.

Ese es uno de los inconvenientes de los que se ha librado Ethereum al pasarse al formato Proof of Stake (PoS). La propia criptomoneda se emplea para evitar las transacciones múltiples. Es decir, se colocan en pools de validación que ofrecen la garantía para optar por la próxima cadena de bloques.

Para ser validadores, cada usuario tiene que guardar las monedas dentro de una cartera virtual. Allí se congelan para que la red siga su normal funcionamiento. El que desee participar debe contar con un saldo mínimo exigido por las condiciones.

Todos los que participan deben apegarse a las normas, pues de lo contrario perderán su participación. Por ejemplo, si alguien quiere piratear la red o realizar transacciones maliciosas, es detectado por los mecanismos que se utilizan, ya que se busca que el protocolo funcione de forma óptima. De esta manera se logra el mismo nivel de seguridad que el que tendría un costoso sistema computarizado.

Aunque a los mineros les cueste trabajo aceptar el cambio, el futuro parece indicar que se debe cambiar el mecanismo de funcionamiento de Bitcoin, ya que son muchas las desventajas que trae para la humanidad en general, de forma especial en el consumo energético y la contaminación.